José A. Hernández Cortés. Investigador
Científico del CSIC. Grupo de Biotecnología de Frutales, CEBAS-CSIC, Murcia
El agua cumple una función crucial en la vida
de las plantas. La fotosíntesis requiere que las plantas obtengan el CO2 de la
atmósfera, pero al mismo tiempo se exponen a una pérdida de agua y por tanto a
una amenaza de deshidratación. Para prevenir la deshidratación, las plantas
deben absorber agua por las raíces y transportarla a la parte aérea. Pequeños
desequilibrios entre la absorción de agua y la pérdida de agua a la atmósfera
puede causar un déficit hídrico que puede llevar a un malfuncionamiento de
muchos procesos celulares. Por ello, el equilibrio entre la absorción,
transporte y pérdida de agua representa un importante desafío para las plantas
terrestres.
Las células vegetales, a diferencia de las
animales, poseen una pared celular, que les permite desarrollar una presión
hidrostática interna, denominada presión de turgencia. Este parámetro es
importantísimo para muchos procesos fisiológicos, como por ejemplo, el
alargamiento celular, la apertura de los estomas, el transporte por el floema,
así como diferentes procesos de transporte a través de las membranas. La
turgencia también contribuye a la rigidez de los tejidos no lignificados.
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